La UV y el proceso electoral
Tulio Moreno Alvarado - viernes, enero 29, 2010
La UV y el proceso electoral
Trás la reunión del priísta Javier Duarte con un grupo de estudiantes universitarios en plena zona escolar y con el rector universitario como testigo de honor, el debate preelectoral se inclinó hacía la casa de estudios e incorporó un nuevo elemento de discusión en un proceso en el que se observan, por el lado del tricolor, signos evidentes de falta de oficio que no pueden ser atribuidos al jefe del priísmo local, considerado en el plano nacional como un connotado operador y experimentado militante con conocimiento tanto de la legislación electoral como propietario de un aguzado sentido del timming político que lo ubica como uno de los contendientes naturales de la candidatura de su partido a la presidencia de la República.
El hecho de que un precandidato al gobierno estatal, como Javier Duarte haya ido a la UV –pese a que aún no son tiempos formalmente prescritos por los tiempos legales– y que los aspirantes de otros partidos levanten la mano para que también la importantísima institución les abra la puerta para sostener, en igualdad de condiciones, un intercambio de ideas con la porción de la comunidad estudiantil interesada verdaderamente en los procesos políticos, hizo que la Universidad adquiriera de pronto súbito protagonismo en el marco de un proceso de elecciones que se antoja incierto y verdaderamente complicado que, a como van las cosas, acabará por definirse en tribunales jurisdicionales especializados.
Nada polémico hubiera pasado si este encuentro del legislador o de cualquiera otro se hubiera dado hace tres años o en un tramo diferente al actual de la administración gubernamental, sin embargo, en la coyuntura electoral, adquiere otras connotaciones, entre ellas, que la institución educativa se vuelve foco de atención para los políticos en un sentido inapropiado como potencial mercado electoral desatendido en épocas laxas, pero apetecible en tiempos de campañas.
Más allá de la reunión de Javier con universitarios, hay una lógica reacción de sus adversarios que con justa razon y sin distinción del partido al que pertenezcan tienen todo el derecho de exigirle al rector Raul Arias un espacio y la oportunidad para sentarse a dialogar con los estudiantes, tal y como sucedió con el aspirante del PRI. Si el diptuado por Córdoba no hubiese agendado un encuentro con la comunidad estudiantil, la UV seguiría estando al margen del debate, en cambio al proponer un encuentro en el campus universitario, la institución forzosamente tendrá que aperturarse a los otros aspirantes.
Sólo en esa medida la UV confirmará el prestigio como institución educativa y eje rector del pensamiento veracruzano que por derecho le corresponde al constituirse como cuna de ideas y centro de discusión de los asuntos de la vida pública estatal, además de que validaría su carácter de autonomía con respecto del poder político.
Habría pues una indeseada lectura si hubiera un trato discriminatorio en contra de cualquiera otro de los militantes del PAN o del FAP que pidieran la oportunidad de exponer e intercambiar ideas con los estudiantes, tal y como ya sucedió en agria discusión en la legisaltura local.
Es improtante que se organice un evento similar en el caso particular del FAP que por derecho propio al ser junto con el PRI, quienes defienden la autonomía universitaria y la gratuidad de la educación básica, pero igualmente lo es con los representates del PAN, con todo y que Fox y Calderón encabecen una embestida contra la educación pública porque en ese caso, la Universidad daría cuenta del espíritu de libertad y apertura a la exposición e intercambio de ideas, aún con quienes no compartan exactamente los mismos principios que den garantía a la educación masiva y gratuita para el mayor núnmero posible de mexicanos.
Al final de cuentas, fue bueno que la universidad veracruzana iniciara esta clase de encuentros en directo porque sólo de esa manera, el enorme electorado estudiantil y académico del estado tendrá la oportunidad de contrastar su particular forma de ver las cosas con la visión de cada precandidato; malo sería que las cosas fueran en sentido contrario.
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